En la homelia de la solemne celebraciòn eucarìstica de inicio del Centenario de Misiòn de la Congregciòn en Ecuador, el 15 de mayo en la ciudad de Tena, monseñor Adelio Pascualotto invitò a “agradecer al Espíritu Santo por la gracia de la Indulgencia plenaria jubilar y la Bendición Apostólica todo el año para almacenar gracias y bendiciones. Además, hizo memoria de la valentía de dos grandes misioneros josefinos: el padre Emilio Cecco y el Padre Jorge Rossi, quienes por inspiración de Dios vieron la necesidad de la ayuda de las religiosas en tierras ecuatorianas, por lo cual gestionaron en Italia para la presencia de las hermanas Doroteas.
Monseñor manifiestò que las obras que producen grandes frutos requieren sacrificios como los que tuvieron que pasar las primeras misioneras, quienes en su equipaje no sólo traían maletas llenas de cosas, sino que estaban cargadas de alegría, de espíritu misionero, de sonrisas, de fe, fraternidad y vocación… Las hermanas Doroteas llegaron al Ecuador para compartir la riqueza de un carisma sencillo, sazonado con mucho trabajo, silencio, sacrificio, profesionalidad y dedicación. El primer objetivo fue la evangelización de las familias, niñas, jóvenes estudiantes y la promoción de la mujer de la población amazónica.
Las primeras hermanas lanzan la semilla y encuentran un terreno fértil de donde nacen vocaciones y esto ha hecho que se abran otras obras apostólicas en Ecuador, Brasil, Colombia, México.
Es importante hoy atesorar la actitud positiva y la mentalidad abierta para adaptarse a nuevas costumbres, tierras, gentes, culturas, idiomas y desafíos en las diversas actividades apostólicas, fortalecidas siempre del espíritu del carisma, el que se adaptó fácilmente a la cultura del lugar; la Buena Nueva circulaba en ámbitos educativos pastorales, también en la atención a enfermos y ancianos.
En cien años las obras han crecido, la presencia de las hermanas se ha multiplicado, las vocaciones han llegado, la bendición de Dios siempre constante, el carisma de Monseñor Giovanni Antonio Farina y de la Congregación se ha difundido, se ha dado a conocer en tierras lejanas y sigue siendo actual.
Gracias por compartir el ejemplo de Santa Bertilla y de su vida consagrada que ha enriquecido a muchas personas.
En estos 100 años, cada hermana Dorotea, ha sido protagonista de una historia, cada obra y cada comunidad, fruto de tantos sacrificios compartidos, elevan su oración de alabanza al Dios de la vida por tantas bendiciones recibidas. La vida austera, de cada misionera, su entrega y su espíritu de servicio, su presencia y su oración constante, han regalado a Ecuador y a la Amazonía, páginas de auténtico espíritu de abnegación y generosidad, por eso hermanas las queremos mucho, el carisma ha dado fruto, amar sirviendo al estilo del Fundador, gigante de la caridad se transmitió y transmite a través de sus hijas consagradas.
Le doy gracias a Dios y a las familias que han permitido a estas mujeres, seguir su vocación, vivir la caridad del Corazón de Jesús, la ternura del Corazón de María en grado heroico en la misión educativa, asistencial, pastoral… La semilla sembrada en el terreno y corazones bien abonados ha dado fruto.
Concluyo la homilía dejándoles como agradecimiento las palabras del Padre Fundador: “A todas mis amadìsimas hijas, continúen siendo fieles a vuestra vocación, vuestra misión es verdaderamente apostólica, procuren ser siempre más dignas de vuestro lugar al que Dios les ha destinado como un privilegio especial; Yo desde el cielo… oraré siempre por vosotras, desde lo alto contemplarè siempre vuestro fervor, las obras, el esplendor de nuestro Instituto mantenido vigoroso por vuestros esfuerzos, para la gloria de Dios y el progreso de la religión. Estad siempre alegres con el Señor. Sed incansables en la caridad, en la asistencia a los pobres en las escuelas, hospitales y en todas partes.”